martes, marzo 08, 2005

Realidad

El camino era gris e interminable, el sol molestaba mis ojos; era tan insoportable como los graznidos de una mujer sentada conmigo en la carroza. Bajé el brazo entumecido, las flemas se juntaban en mi paladar, no podía respirar pero sigo hipnotizado por ese camino que pareciera guiar la carroza sin animales que la halaran, hasta que cierro los ojos y me desvanezco ante unos gritos. -un sueño muy extraño ¿no crees sancho?
William García